sábado, 28 de septiembre de 2013

Refutaciones al modernista creyente

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Como decíamos en la publicacion anterior el modernista creyente pone las cosas de cabeza. Mientras él afirma que la religión se basa en el sentimiento y la experiencia de cada persona, nosotros sabemos que es todo lo contrario. La religión no depende de la experiencia personal porque entonces habría tantas religiones como personas en el mundo y también, contrariamente a sus postulados, debemos afirmar que la religión puede constatarse por medio de la razón, y por medio de la razón se puede determinar cuál es la verdadera religión y por qué. Tales afirmaciones forman parte de la refutación del primer error y por ende ya han sido expuestas, pero veamos lo que encontré en el libro La religión demostrada  de P. A. Hillaire acerca de la fe y la razón.

DECRETOS DEL  CONCILIO  VATICANO  I
DE  LA  FE  Y  D  LA  RAZÓN 

“La Iglesia católica ha admitido siempre y admite que existen dos órdenes de conocimientos distintos en su principio y en su objeto: en su principio, porque en el uno conocemos por la razón natural, y en el otro, por la fe divina; en su objeto, porque, fuera de las cosas que la razón puede alcanzar, hay misterios ocultos en Dios que son presupuestos a nuestra creencia, y que no pueden ser conocidos por nosotros, si no son debidamente revelados.
”Por esto el Apóstol, que afirma que Dios fue conocido por los gentiles mediante sus obras, cuando diserta sobre la gracia y la verdad traídas por Jesucristo, dice: Predicamos la sabiduría de Dios, encerrada en el misterio, esta sabiduría oculta, a la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este mundo ha conocido, sino que Dios nos la reveló por su Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Y el Hijo Único de Dios rinde a su Padre este testimonio: que Él ha ocultado estos misterios a los sabios y a los prudentes, y los ha revelado a los pequeñuelos.
”La razón, indudablemente, iluminada por la fe, cuando busca con diligencia, piedad y moderación, adquiere, con la ayuda de Dios, una cierta inteligencia de los misterios, y esta inteligencia le es muy provechosa. La razón adquiere esta inteligencia, bien por analogía con las cosas que conoce naturalmente, o bien por los vínculos que los misterios guardan entre sí y con el fin último del hombre.
”Sin embargo, la razón jamás alcanza a penetrar los misterios de igual modo que  las  verdades  que constituyen su  objeto  propio.  Porque  los  misterios divinos por propia naturaleza, de tal manera superan la inteligencia creada que, aun después  de  trasmitirlos  por  la  revelación  y  recibidos  por  la  fe,  permanecen todavía envueltos como en una nube, mientras viajamos en esta vida mortal, lejos del Señor: Marchamos hacia Él por la fe, y no le vemos al descubierto.
”Pero aunque la fe esté sobre la razón, jamás puede existir entre la fe y la razón el menor desacuerdo ni oposición. El mismo Dios es el que revela los misterios y le infunde la fe, el que ha dado al espíritu del hombre la luz de la razón. Ahora bien, Dios no puede contradecirse a sí mismo, y la verdad jamás estará en contradicción con la verdad.
Las vanas apariencias de semejante contradicción proceden particularmente, o de que los dogmas de la fe no han sido comprendidos y expuestos en el sentido  de  la  Iglesia,  o  de  que  opiniones  falsas  son  tomadas  como  enunciados  de  la razón. Nosotros definimos pues, que toda aserción contraria a la verdad conocida por la fe es absolutamente falsa. La Iglesia que ha recibido, con la misión apostólica de enseñar, la orden de guardar el depósito de la fe, tiene también la misión y el derecho divino de proscribir toda falsa ciencia para que nadie sea engañado por la filosofía y las vanas sutilezas...
Y no solamente la fe y la razón no pueden jamás estar en pugna, sino que se prestan mutuo apoyo, puesto que la razón demuestra los fundamentos de la fe, e ilumina por su luz, cultiva y desarrolla la ciencia de las cosas divinas. La fe, por su parte, libra y preserva a la razón de los errores y la enriquece de amplios conocimientos. Tan lejos está la Iglesia de oponerse al estudio de las artes y de las ciencias, que, al contrario, favorece este estudio y lo hace progresar de mil maneras.
”La  Iglesia  no  ignora  ni  desprecia  las  ventajas  que  las ciencias  y  las  artes procuran al hombre. Más todavía: reconoce que así como estas grandes cosas vienen de Dios, Señor de las ciencias, así también, si se las cultiva como conviene, deben, con el auxilio de la gracia, llevarnos a Dios. La Iglesia no prohíbe en manera alguna que cada una de estas ciencias se sirva en su esfera de sus propios principios y de su método; pero reconociendo esta legítima libertad, vigila que las ciencias no adopten errores que los pongan en oposición con la doctrina divina”.
La revelación no ha sido propuesta al espíritu humano como un descubrimiento filosófico susceptible de perfeccionamiento, sino como un depósito que debe ser fielmente guardado. El sentido fijado a cada dogma por una primera definición de la Iglesia es infalible e invariable. La inteligencia, la ciencia, la sabiduría de
cada uno y de todos pueden progresar indefinidamente, pero sin apartarse de la unidad del dogma."

Y forzosamente debe ser así para que la religión tenga sentido, de lo contrario, si no hubiera un depósito de fe a prueba de error, cada quien podría interpretar la religión y sucedería lo mismo que si en un país cada quien interpretara las leyes a su arbitrio. Sobrevendría, en fin, el caos total.

Así las cosas, podemos también probar la divinidad de la religión cristiana y, desde luego la divinidad de Jesucristo.

Pietro Perugino: Jesus Handing the Keys to Peter

¿Cómo sabemos que la religión cristiana es divina?
R. Lo sabemos por señales ciertas e infalibles, como son las siguientes:
El cumplimiento de las antiguas profecías en la persona de Jesucristo. Ejemplo: 
Milagros del Mesías. – Según la profecía de Isaías, Cristo debía confirmar su doctrina con milagros: Dios mismo vendrá y os salvará. Entonces, los ojos de los ciegos serán abiertos, los sordos oirán, el cojo saltará como un ciervo, y la lengua de los mudos será desatada. Y tales fueron los milagros de Jesucristo. 
La Pasión de Cristo. – Todos los pormenores de la Pasión habrían sido anunciados con mucha anticipación: basta indicar las principales profecías. Zacarías predice la entrada triunfal del Mesías en Jerusalén y los treinta dineros entregados al traidor.
David en el salmo 21, describe la pasión del Mesías, y le presenta oprimido de ultrajes, rodeado por un populacho que le insulta; tan deshecho por los golpes recibidos, que se le pueden contar todos los huesos; ve sus manos y sus pies traspasados, sus vestiduras repartidas, su túnica sorteada, etc.
Isaías muestra al Mesías cubierto de oprobios, convertido en el varón de dolores, llevado al suplicio como un cordero sin exhalar una queja... El profeta tiene cuidado de afirmar hasta doce veces que Cristo sufre por expiar los pecados de los hombres. Él es  nuestro  rescate,  nuestra  víctima,  nuestro  Redentor.  El  capítulo LIII  de  Isaías, como el Salmo XXI, no tiene aplicación más que a Nuestro Señor Jesucristo; luego, Él es el Redentor prometido.
2° Los milagros magníficos obrados por el Salvador. Ejemplos: Milagros sobre la naturaleza inanimada: Jesucristo convierte el agua en vino en las bodas de Caná; dos veces multiplica el pan para alimentar a las muchedumbres; con su palabra calma las tempestades, etc.
Milagros  sobre  las  enfermedades:  Jesucristo  sana  toda  clase  de  enfermos;  devuelve la vista a los ciegos, el oído a los sordos, la palabra a los mudos, el uso de los miembros a los paralíticos, etc.

3° El gran milagro de la Resurrección.
El Salvador se muestra vivo:
1. A María Magdalena. 
2. A las santas mujeres que regresaban del sepulcro.
3. A Santiago y a San Pedro, Príncipe de los apóstoles.
4. A los dos discípulos de Meaux, el día de Pascua.
5. La noche del mismo día, a los apóstoles reunidos en el Cenáculo, estando ausente Tomás.
6. Ocho días más tarde, a los mismos apóstoles, reunidos todos en el Cenáculo con Santo Tomás.
7. A cinco apóstoles y a dos discípulos en el lago de Genezaret.
8. En Galilea, a más de quinientas personas reunidas en el Tabor.
9. A los apóstoles reunidos en Jerusalén con muchos discípulos. Con ellos sube al monte de los Olivos, de donde se eleva al cielo en presencia de ciento veinte testigos.
10. Finalmente, se muestra a Saulo, en el camino de Damasco, y este ardiente perseguidor de la Iglesia se convierten San Pablo, el apóstol de las gentes. 


Caravaggio: Doubting Thomas4° Las profecías hechas por Jesucristo y perfectamente realizadas. 
1. Respecto de su persona, su pasión, su muerte y su resurrección.
2. En cuanto a sus discípulos, la traición de Judas, la triple negación de Pedro, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, los futuros milagros de éstos, sus padecimientos y su martirio.
 3. Respecto de los judíos, la ruina de Jerusalén, la destrucción del templo y la dispersión del pueblo judío.
4. Acerca de su Iglesia, la predicación del Evangelio en todo el universo, la conversión de los pueblos y la duración hasta el fin de los tiempos de la Iglesia.
5° El establecimiento milagroso de la religión cristiana, en contra de grandes obstáculos políticos, geográficos, lingüísticos, persecusiones y todo en manos de hombres de origen humilde y sin preparación, cuya única arma era la fe. 
"Si dijeras que nadie ha visto milagros, te respondo: Es sabido que el mundo entero daba culto a los ídolos y perseguía la fe de Cristo, según narran hasta los mismos historiadores paganos; pero ahora se han convertido a Cristo todos, sabios, nobles, ricos, poderosos y grandes, ante la predicación de unos sencillos, pobres y escasos predicadores  de  Cristo.   O  se   ha   realizado   esto  con  milagros,  o   sin   ellos.  Si   con milagros, ya tienes la respuesta. Si sin ellos, diré que no pudo darse milagro mayor que el que el mundo entero se convirtiese sin milagros. No necesitamos más." (Santo Tomás de Aquino)

6° La fidelidad y el número de sus mártires.  La historia testifica que millones de hombres testigos de los milagros de Jesucristo o de los apóstoles, afrontaron los suplicios y la muerte antes que renegar
de su religión. No pudieron proceder así sin estar convencidos de la realidad de los hechos que sirven de fundamento al Cristianismo.
La  constancia  de  los  mártires  en  los  suplicios  es  superior  a  las  fuerzas humanas. Su valor no puede venir sino de Dios: ellos lo declaran, los paganos los reconocen, y Dios lo confirma con milagros. 










7° Los frutos admirables producidos por el Cristianismo. Habituados a vivir en un mundo saturado de ideas cristianas, atribuimos al progreso del espíritu humano lo que hay de bueno en nuestros conocimientos, en nuestras costumbres, en nuestras leyes, en nuestra civilización: es una ilusión. Para caer en la cuenta de la verdad, basta considerar lo que era el mundo antes de la venida de Jesucristo, después de cuatro mil años de razón, de filosofía y de progreso humano.
8° La excelencia verdaderamente divina de la doctrina de Jesucristo. Ejemplo: La moral cristiana explica perfectamente toda la ley natural y le añade algunos preceptos positivos de mucha importancia. Reglamenta todos los deberes del hombre para con Dios, para con el prójimo y para consigo mismo. Proscribe toda falsa, incluso el mal pensamiento voluntario; impone todas las virtudes, y da consejos muy apropiados para llegar a la más alta perfección.

 ¿Por qué debemos creer que Nuestro Señor Jesucristo es Dios?
R. Debemos creer que Jesucristo es Dios, porque Él lo revela con sus palabras y lo prueba con sus obras.
1º Jesucristo nació como Dios; 2º, habló como Dios; 3º, obró como Dios; 4º, murió como Dios; 5º, resucitó como Dios; 6º, reina como Dios; 7º, se sobrevive como Dios.
Para averiguar lo que es un hombre, parece natural empezar preguntándole, como los judíos a San Juan Bautista: ¿Quién eres tú? ¿Qué dices de ti mismo? Reservándose el ver después si sus obras y su vida están conformes con su respuesta.
A esta pregunta, Jesús responde de una manera categórica:  Yo no soy solamente un Enviado de Dios para revelar a la tierra las voluntades del cielo, sino que soy el Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Lo dijo a sus discípulos, a sus enemigos, al pueblo judío, al mundo entero por medio de sus apóstoles y a los siglos venideros por medio de su Iglesia.
1º Hemos probado ya que Jesucristo es un Enviado de Dios, encargado de instruir a los hombres. Que se debe creer en la palabra de un Enviado de Dios es indudable; pero como Jesucristo  nos revela formalmente que Él es el Hijo de Dios, no  solamente  por  adopción  como  nosotros, sino  por  naturaleza,  debemos  inferir que verdaderamente es Dios.
2º Por si esta afirmación no bastara, Jesucristo lo prueba con sus obras:
a)   Con sus milagros tan numerosos y tan ciertos.
b)   Con sus profecías perfectamente realizadas.
c)   Con la santidad de su doctrina y de su vida.
d)   Con su reinado inmortal sobre las almas.
e)   Con el establecimiento y conservación de su Iglesia. 







2 comentarios:

  1. De ordinario, los modernistas creyentes, aseveran: ‘yo lo siento así’, o cualquier otra afirmación ‘sin fundamento lógico’. Se puede comprender en estas sencillas palabras del ilustre argentino:

    Las aventuras de San Juan Bosco. Hugo Wast. Cap. XII

    “Mas que las ideas, mueven los sentimientos, fácilmente se encarnan en una de esas fórmulas sonoras y vagas donde cada cual puede hacer caber sus propias aspiraciones…

    Es un ‘Dios encarnado en la Humanidad’, invención panteísta, manera de adorarse a sí mismo, puesto que uno forma parte de la Humanidad”.

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  2. Gracias por la aportación. Conseguiré ese libro de Hugo Wast. Suena muy interesante. San Juan Bosco fue un santo que supo difundir la Palabra de Dios hasta el corazón de los jóvenes, quizá ese libro nos ayude a llegar a los jóvenes de hoy, pues el modernismo también opera desgracias para sus pobres almas.

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